lunes, 25 de noviembre de 2013

Adaptación de un cuento folclorico (actividad 2 borrador 1)

Esta adaptación del cuento folclórico llamado “Toda clase de Pieles” va dirigida al 3º ciclo de primaria. Los cambios que he realizado son el tiempo en el que se desarrolla la historia y el espacio, ya que en mi versión se desarrolla en la edad media y en España mientras que en la versión original se desarrolla hace muchos años en un país muy lejano, este cambio me parece interesante ya que de este modo se puede despertar algo de curiosidad sobre la geografía española entre otras cosas entre los alumnos de este ciclo.
También cambio el nivel social de los protagonistas. El cambio más importante lo he hecho al final, para poder hacer ver a los niños que personas de diferentes clases sociales pueden acabar juntas.
Exceptuando algún cambio mas, poco relevante para la historia, el resto del cuento mantiene su argumento original, ya que me parece muy interesante y creo que capta muy bien la atención del espectador.




Había una vez, en la antigua edad media, unos condes castellanos que habitaban un castillo en la provincia de Valladolid. Estos condes eran muy felices, él era envidiado por toda la nobleza, por estar casado con la mujer más bella de toda Castilla, y tenían todo lo que unos condes podían tener, amor, belleza, salud, dinero y un hijo, lo único que les faltaba para ser realmente felices era tener una hija, pues siempre había querido tener dos hijos, un niño y una niña.
Tras algunos años intentando quedarse embarazada, por fin lo consiguió y nueve meses más tarde dio a luz a una preciosa niña, pero el parto no salió como a ellos les hubiera gustado, y la condesa cayó enferma. Consciente de que iba a morir habló con el conde, le dijo:

- háblale de mi a nuestros hijos, sobre todo a la niña, ya que no tendrá recuerdos de mi, le tendrás que decir que me hizo muy feliz al nacer y te pido que, al cumplir la mayoría de edad, ya que antes no lo valorara, le entregues esta cadena de oro a la que he añadido una medallita de la virgen, una rueca de hilar de oro y el anillo de nuestra boda, para que recuerde que fue traída al mundo desde el verdadero amor. También te pido que no te quedes solo, busca otra esposa que te quiera tanto como yo te quiero, pero solo te pongo una condición, que sea más bella que yo.

Él aceptó y unas semanas más tarde la condesa murió y el conde se sumió en una profunda depresión. Con el paso de los años, veía como sus hijos iban creciendo sin la imagen de una madre, y como su hija, cada día se parecía más y más a su madre, por lo que decidió cumplir las promesas que le había hecho a su mujer.
Mandó a sus consejeros que buscaran entre las mujeres de su condado, al no encontrar ninguna más bella que su mujer y de su mismo nivel social, mando buscar entre las nobles y más tarde entre las esclavas, pero la búsqueda de los consejeros no daba resultado, tal era la desesperación del conde que mando buscar mujeres en otros condados de provincias cercanas como Burgos  y Palencia.

Mientras tanto, veía como sus hijos crecían mas y mas,  como su hijo se prometía con una bella mujer de Palencia y como su hija era cada día más bella y más parecida a su madre, tal era su belleza, que estando un día cerca del río Pisuerga, su padre la vio reflejada en el agua y le pareció estar viendo a su mujer. En ese momento decidió que la mujer con la que debía casarse era ella.

Días mas tarde habló con su hija, la cual ya había cumplido la mayoría de edad y le dio la cadena que su madre había dejado para ella, también le dijo que días antes, mientras estaba en el río sintió un pálpito y supo que la mujer con la que debía casarse era ella.

En el condado a todos les extrañó mucho la reacción del conde, pero no se atrevían a decirle nada por miedo a ser expulsados; a su hijo también le pareció una idea un poco descabellada, pero al estar preparando su boda con la condesa de Palencia y por lo tanto la unión de ambos condados, no estaba para pensar en la boda de su hermana.



Entre tanto para intentar disuadir a su padre y aplazar la boda todo lo posible, la chica le pidió 3 vestidos como regalo de pedida, uno tan dorado como el sol, otro tan plateado como la luna y otro tan brillante como las estrellas. El padre mandó a sus consejeros a buscar las telas y un año más tarde la chica tuvo los vestidos que pidió, unos vestidos preciosos. Al ver que su padre seguía con la idea de la boda y que iba a anunciar el compromiso, no dudo en pedirle otro regalo, esta vez como regalo de bodas, y le dijo:
- Padre, como regalo de bodas voy a querer un abrigo que este hecho con un trocito de las pieles de todos los animales que existen en el mundo, quiero un abrigo de toda clase de pieles.

El padre le dijo que así seria, y mandó a los cazadores de su condado a matar a un animal de cada especie para poder hacer el abrigo que había pedido su hija.
Al cabo de un año aproximadamente el conde le dio el abrigo de toda clase de pieles a su hija. Era un abrigo muy grande y largo, ya que tenía un trozo de la piel de cada animal, tenía las mangas muy largas y una caperuza con la que podía taparse la cara e incluso los ojos.

Al ir a su habitación y pensar que ya no podía hacer nada más por aplazar la boda decidió escapar, guardó sus vestidos, cogió la cadenita que le había regalado su padre en memoria de la condesa y se puso el abrigo de toda clase de pieles, recogió su pelo en una trenza, se tiznó la cara y las manos y por la noche se escapó y se fue al bosque.

Una vez en el bosque decidió que iba a dormir durante el día y andar durante la noche, ya que el conde habría mandado buscarla y lo harían durante el día.
Un día, mientras dormía en hueco bastante amplio que había encontrado en un árbol escuchó unos ladridos de perro. Al llevar tantísimos días escondida por el bosque, atravesando llanuras, montañas y ríos tenía un olor especial, y su abrigo de toda clase de pieles, también olía de un modo característico.
Los perros, al tener un gran olfato no tardaron en detectar el olor y encontrar a la chica, esta se asustó muchísimo y empezó a gritar diciendo:
- ¡por favor por favor, no me matéis, que no le hago daño a nadie!

Las personas que la encontraron rápidamente dieron orden de avisar a su amo, al oír eso se asustó, pero también se dio cuenta de que no eran los consejeros de su padre y de que estaba en una provincia desconocida. Rápidamente pensó que no debería decir que era la hija del conde de Valladolid, porque si no la devolverían rápidamente a su castillo, por lo que decidió hacerse la loca.

Al preguntarla que como se llamaba ella decía:
-¡No lo sé, no lo sé! ¡Solo soy un animalillo asustado!
Cuando se acercaron a ella, se dio cuenta de que eran unos aldeanos, los cuales decidieron llevársela a su casa, pensando que podría ayudar a su mujer a hacer las labores, limpiar la casa, cocinar e incluso despellejar a los animales que cazaban.

Al llegar a la casa de uno de los aldeanos, él, su mujer, su hija y su hijo intentaron quitarle el abrigo para que se aseara y se cambiara de ropa, pero cada vez que lo intentaban esta se ponía a gritar así que no consiguieron que se quitara el abrigo. Al no decir nunca su nombre ni quitarse el abrigo, decidieron llamarla toda clase de pieles.

Con el paso del tiempo se hizo muy amiga de la mujer y de la hija del aldeano, con las que hablaba y a las que escuchaba pero sin quitarse nunca el abrigo.
La hija del aldeano se iba a casar y lo iba a celebrar durante 3 días, uno con la familia, otro con la gente del pueblo y el ultimo con los amigos más cercanos de la pareja. Al ser tan amiga de la hija del aldeano, ella también fue invitada.

El primer día de celebración, acudió toda la familia de la chica, sus padres, abuelos, tíos, primos y como no, su hermano, del cual ya se había fijado toda clase de pieles debido a su gran belleza. Después de celebrar la boda con una gran cena lo celebraron con un baile al que asistió toda clase de pieles con uno de los vestidos que le había regalado su padre, el conde. En el baile nadie sabía quién era, pensaban que sería una prima lejana, pero una prima bellísima, una mujer como nunca nadie había visto.
 Toda clase de pieles se pasó toda la noche bailando con el hijo del aldeano, del cual estaba enamorada y él estuvo muy atento con ella, y mientras bailaban, sus miradas se cruzaban y ambos se sentían muy cómodos, como si se conocieran desde pequeños.



En un despiste del chico, toda clase de pieles aprovechó para irse, quitarse el vestido tan dorado como el sol y ponerse de nuevo su abrigo, para, como todas las noches llevarle al hijo del aldeano un plato de sopa caliente para que entrara en calor antes de dormir, pero, antes de llevarle la sopa le echó en el plato la medallita de la virgen que su padre le había regalado en memoria de su madre, entró en su habitación, le dio la sopa sin que le viera la cara porque iba tapada con la capucha del abrigo y se fue como todas las noches, pero esta vez, al acabarse la sopa, se dio cuenta de que en el fondo del plato había algo, y era una medallita de la virgen, el chico se sorprendió muchísimo ya que nunca había visto nada igual, pero no le dio demasiada importancia porque estaba demasiado cansado por la celebración.



En el segundo día de fiesta, esta vez con la gente del pueblo, toda clase de pieles volvió a asistir a la celebración, todo el mundo estaba impresionado con ella, con su belleza, con su vestido tan plateado como la luna y pasó la noche exactamente igual que la anterior, bailando con el hijo del aldeano, el cual estaba cada vez mas impresionado con ella y no sabía muy bien de donde había salido, pero eso no le preocupaba porque estaba encantado de bailar con ella. Casi al acabar el baile toda clase de pieles aprovechó un despiste del joven aldeano y desapareció igual que la noche anterior. Al llegar a su habitación, se quitó el vestido, se puso el abrigo y fue hacia la cocina a prepararle el caldo como todas las noches, pero esta vez echó dentro del caldo la rueca de hilar de oro, el aldeano al notar algo dentro del caldo se sorprendió mucho lo sacó y pensó que una vez puede ser casualidad, que puede que la gallina que utilizan para hacer el caldo se haya comido algo, pero dos días seguidos le parecía demasiado extraño, por lo que sacó la figurita y la guardó con la de la noche anterior.



En el tercer día de celebración la hija del aldeano estaba feliz pero triste a la vez, ya que ninguna de las noches anteriores había tenido noticia alguna de su buena amiga toda clase de pieles, a la que nunca había visto la cara porque siempre la lleva tapada por la capucha, pero con la que hablaba casi a diario de sus cosas, pero aun así la cena con los amigos más íntimos se celebró y ella esperaba ansiosa que su amiga se acercara a ella, pero tampoco fue así. Todo transcurrió igual que las dos noches anteriores, cena y baile, y como no, una chica a la que nadie ponía nombre deslumbraba con un vestido, esta vez tan dorado como las estrellas y bailó con el joven aldeano hasta muy entrada la noche.
En esta ocasión toda clase de pieles, como las dos noches anteriores, logró irse a su habitación sin levantar sospecha entre el resto de invitados, pero esta noche no le dio tiempo a quitarse el vestido y decidió ponerse el abrigo encima, fue a la cocina, calentó el caldo y esta vez echó dentro el anillo de matrimonio que tenía en recuerdo de su madre, la condesa de Valladolid, y se lo llevó a la habitación, pero esta vez el joven aldeano que vio algo extraño en el comportamiento de toda clase de pieles y le dijo:
- Muchas gracias por el caldo, seguro que esta riquísimo como todas las noches, pero esta vez prefiero que esperes a que me lo tome y así cuando acabe te llevaras el plato a la cocina y mañana no tendrás que preocuparte en volver.



Ella se puso muy nerviosa y noto como el joven aldeano se tomaba el caldo muy despacio hasta que sonó algo en el fondo, lo sacó, se acercó mucho a ella y le dijo:
-¿tu, no sabrás de donde ha salido esto no? No lo conocerás de nada, ¿no?
A lo que ella con un tímido movimiento de cabeza dijo que no.
En ese momento el aldeano dijo que él si sabía lo que era, la cogió la mano y le dijo:
- Este anillo, que tú has dejado caer, es el compañero de este, (sacando un anillo de su bolsillo) no sé quién eres, no conozco tu pasado, pero no me importa porque tú eres la mujer de la que me he enamorado y con la que me gustaría pasar el resto de mi vida. ¿Quieres casarte conmigo?
A ella se la inundan los ojos de lagrimas, y le responde que si, se quita la caperuza y se funden en un tierno beso.


Después de esto toda clase de pieles le contó toda la historia al joven aldeano y le dijo que no quería volver a su provincia, que renunciaba a todas las comodidades que podría haber tenido como condesa y que ella también quería pasar el resto de su vida con él.

Con el paso de los años se casaron, tuvieron varios hijos, vivieron en la aldea y olvidando su pasado fueron felices para siempre.

FIN