Esta adaptación del cuento folclórico
llamado “Toda clase de Pieles” va dirigida al 3º ciclo de primaria. Los cambios
que he realizado son el tiempo en el que se desarrolla la historia y el
espacio, ya que en mi versión se desarrolla en la edad media y en España
mientras que en la versión original se desarrolla hace muchos años en un país
muy lejano, este cambio me parece interesante ya que de este modo se puede
despertar algo de curiosidad sobre la geografía española entre otras cosas
entre los alumnos de este ciclo.
También cambio el nivel social de los
protagonistas. El cambio más importante lo he hecho al final, para poder hacer
ver a los niños que personas de diferentes clases sociales pueden acabar
juntas.
Exceptuando algún cambio mas, poco
relevante para la historia, el resto del cuento mantiene su argumento original,
ya que me parece muy interesante y creo que capta muy bien la atención del
espectador.
Había una vez, en la antigua edad media,
unos condes castellanos que habitaban un castillo en la provincia de
Valladolid. Estos condes eran muy felices, él era envidiado por toda la
nobleza, por estar casado con la mujer más bella de toda Castilla, y tenían
todo lo que unos condes podían tener, amor, belleza, salud, dinero y un hijo,
lo único que les faltaba para ser realmente felices era tener una hija, pues
siempre había querido tener dos hijos, un niño y una niña.
Tras algunos años intentando quedarse
embarazada, por fin lo consiguió y nueve meses más tarde dio a luz a una
preciosa niña, pero el parto no salió como a ellos les hubiera gustado, y la
condesa cayó enferma. Consciente de que iba a morir habló con el conde, le
dijo:
- háblale de mi a nuestros hijos, sobre
todo a la niña, ya que no tendrá recuerdos de mi, le tendrás que decir que me
hizo muy feliz al nacer y te pido que, al cumplir la mayoría de edad, ya que
antes no lo valorara, le entregues esta cadena de oro a la que he añadido una
medallita de la virgen, una rueca de hilar de oro y el anillo de nuestra boda,
para que recuerde que fue traída al mundo desde el verdadero amor. También te
pido que no te quedes solo, busca otra esposa que te quiera tanto como yo te
quiero, pero solo te pongo una condición, que sea más bella que yo.
Él aceptó y unas semanas más tarde la
condesa murió y el conde se sumió en una profunda depresión. Con el paso de los
años, veía como sus hijos iban creciendo sin la imagen de una madre, y como su
hija, cada día se parecía más y más a su madre, por lo que decidió cumplir las promesas
que le había hecho a su mujer.
Mandó a sus consejeros que buscaran entre
las mujeres de su condado, al no encontrar ninguna más bella que su mujer y de
su mismo nivel social, mando buscar entre las nobles y más tarde entre las
esclavas, pero la búsqueda de los consejeros no daba resultado, tal era la
desesperación del conde que mando buscar mujeres en otros condados de provincias cercanas como Burgos y Palencia.
Mientras tanto, veía como sus hijos
crecían mas y mas, como su hijo se prometía con una bella mujer de
Palencia y como su hija era cada día más bella y más parecida a su madre, tal
era su belleza, que estando un día cerca del río Pisuerga, su padre la vio reflejada en el agua y le pareció estar viendo a su mujer. En ese momento
decidió que la mujer con la que debía casarse era ella.
Días mas tarde habló con su hija, la cual
ya había cumplido la mayoría de edad y le dio la cadena que su madre había
dejado para ella, también le dijo que días antes, mientras estaba en el río sintió un pálpito y supo que la mujer con la que debía casarse era ella.
En el condado a todos les extrañó mucho la
reacción del conde, pero no se atrevían a decirle nada por miedo a ser
expulsados; a su hijo también le pareció una idea un poco descabellada, pero al
estar preparando su boda con la condesa de Palencia y por lo tanto la unión de
ambos condados, no estaba para pensar en la boda de su hermana.
Entre tanto para intentar disuadir a su
padre y aplazar la boda todo lo posible, la chica le pidió 3 vestidos como
regalo de pedida, uno tan dorado como el sol, otro tan plateado como la luna y
otro tan brillante como las estrellas. El padre mandó a sus consejeros a buscar
las telas y un año más tarde la chica tuvo los vestidos que pidió, unos
vestidos preciosos. Al ver que su padre seguía con la idea de la boda y que iba
a anunciar el compromiso, no dudo en pedirle otro regalo, esta vez como regalo
de bodas, y le dijo:
- Padre, como regalo de bodas voy a querer
un abrigo que este hecho con un trocito de las pieles de todos los animales que
existen en el mundo, quiero un abrigo de toda clase de pieles.
El padre le dijo que así seria, y mandó a
los cazadores de su condado a matar a un animal de cada especie para poder
hacer el abrigo que había pedido su hija.
Al cabo de un año aproximadamente el conde
le dio el abrigo de toda clase de pieles a su hija. Era un abrigo muy grande y
largo, ya que tenía un trozo de la piel de cada animal, tenía las mangas muy
largas y una caperuza con la que podía taparse la cara e incluso los ojos.
Al ir a su habitación y pensar que ya no podía
hacer nada más por aplazar la boda decidió escapar, guardó sus vestidos, cogió
la cadenita que le había regalado su padre en memoria de la condesa y se puso
el abrigo de toda clase de pieles, recogió su pelo en una trenza, se tiznó la
cara y las manos y por la noche se escapó y se fue al bosque.
Una vez en el bosque decidió que iba a
dormir durante el día y andar durante la noche, ya que el conde habría mandado
buscarla y lo harían durante el día.
Un día, mientras dormía en hueco bastante
amplio que había encontrado en un árbol escuchó unos ladridos de perro. Al
llevar tantísimos días escondida por el bosque, atravesando llanuras, montañas
y ríos tenía un olor especial, y su abrigo de toda clase de pieles, también olía
de un modo característico.
Los perros, al tener un gran olfato no
tardaron en detectar el olor y encontrar a la chica, esta se asustó muchísimo y
empezó a gritar diciendo:
- ¡por favor por favor, no me matéis, que
no le hago daño a nadie!
Las personas que la encontraron rápidamente
dieron orden de avisar a su amo, al oír eso se asustó, pero también se dio
cuenta de que no eran los consejeros de su padre y de que estaba en una
provincia desconocida. Rápidamente pensó que no debería decir que era la hija
del conde de Valladolid, porque si no la devolverían rápidamente a su castillo,
por lo que decidió hacerse la loca.
Al preguntarla que como se llamaba ella decía:
-¡No lo sé, no lo sé! ¡Solo soy un
animalillo asustado!
Cuando se acercaron a ella, se dio cuenta
de que eran unos aldeanos, los cuales decidieron llevársela a su casa, pensando
que podría ayudar a su mujer a hacer las labores, limpiar la casa, cocinar e
incluso despellejar a los animales que cazaban.
Al llegar a la casa de uno de los
aldeanos, él, su mujer, su hija y su hijo intentaron quitarle el abrigo para
que se aseara y se cambiara de ropa, pero cada vez que lo intentaban esta se ponía
a gritar así que no consiguieron que se quitara el abrigo. Al no decir nunca su
nombre ni quitarse el abrigo, decidieron llamarla toda clase de pieles.
Con el paso del tiempo se hizo muy amiga
de la mujer y de la hija del aldeano, con las que hablaba y a las que escuchaba
pero sin quitarse nunca el abrigo.
La hija del aldeano se iba a casar y lo
iba a celebrar durante 3 días, uno con la familia, otro con la gente del pueblo
y el ultimo con los amigos más cercanos de la pareja. Al ser tan amiga de la
hija del aldeano, ella también fue invitada.
El primer día de celebración, acudió toda
la familia de la chica, sus padres, abuelos, tíos, primos y como no, su
hermano, del cual ya se había fijado toda clase de pieles debido a su gran
belleza. Después de celebrar la boda con una gran cena lo celebraron con un
baile al que asistió toda clase de pieles con uno de los vestidos que le había
regalado su padre, el conde. En el baile nadie sabía quién era, pensaban que sería
una prima lejana, pero una prima bellísima, una mujer como nunca nadie había
visto.
Toda
clase de pieles se pasó toda la noche bailando con el hijo del aldeano, del
cual estaba enamorada y él estuvo muy atento con ella, y mientras bailaban, sus
miradas se cruzaban y ambos se sentían muy cómodos, como si se conocieran desde
pequeños.
En un despiste del chico, toda clase de
pieles aprovechó para irse, quitarse el vestido tan dorado como el sol y
ponerse de nuevo su abrigo, para, como todas las noches llevarle al hijo del
aldeano un plato de sopa caliente para que entrara en calor antes de dormir,
pero, antes de llevarle la sopa le echó en el plato la medallita de la virgen
que su padre le había regalado en memoria de su madre, entró en su habitación,
le dio la sopa sin que le viera la cara porque iba tapada con la capucha del
abrigo y se fue como todas las noches, pero esta vez, al acabarse la sopa, se
dio cuenta de que en el fondo del plato había algo, y era una medallita de la
virgen, el chico se sorprendió muchísimo ya que nunca había visto nada igual,
pero no le dio demasiada importancia porque estaba demasiado cansado por la
celebración.
En el segundo día de fiesta, esta vez con
la gente del pueblo, toda clase de pieles volvió a asistir a la celebración,
todo el mundo estaba impresionado con ella, con su belleza, con su vestido tan plateado
como la luna y pasó la noche exactamente igual que la anterior, bailando con el
hijo del aldeano, el cual estaba cada vez mas impresionado con ella y no sabía
muy bien de donde había salido, pero eso no le preocupaba porque estaba
encantado de bailar con ella. Casi al acabar el baile toda clase de pieles
aprovechó un despiste del joven aldeano y desapareció igual que la noche
anterior. Al llegar a su habitación, se quitó el vestido, se puso el abrigo y fue
hacia la cocina a prepararle el caldo como todas las noches, pero esta vez echó
dentro del caldo la rueca de hilar de oro, el aldeano al notar algo dentro del
caldo se sorprendió mucho lo sacó y pensó que una vez puede ser casualidad, que
puede que la gallina que utilizan para hacer el caldo se haya comido algo, pero
dos días seguidos le parecía demasiado extraño, por lo que sacó la figurita y
la guardó con la de la noche anterior.
En el tercer día de celebración la hija
del aldeano estaba feliz pero triste a la vez, ya que ninguna de las noches
anteriores había tenido noticia alguna de su buena amiga toda clase de pieles,
a la que nunca había visto la cara porque siempre la lleva tapada por la
capucha, pero con la que hablaba casi a diario de sus cosas, pero aun así la
cena con los amigos más íntimos se celebró y ella esperaba ansiosa que su amiga
se acercara a ella, pero tampoco fue así. Todo transcurrió igual que las dos
noches anteriores, cena y baile, y como no, una chica a la que nadie ponía
nombre deslumbraba con un vestido, esta vez tan dorado como las estrellas y
bailó con el joven aldeano hasta muy entrada la noche.
En esta ocasión toda clase de pieles, como
las dos noches anteriores, logró irse a su habitación sin levantar sospecha
entre el resto de invitados, pero esta noche no le dio tiempo a quitarse el
vestido y decidió ponerse el abrigo encima, fue a la cocina, calentó el caldo y
esta vez echó dentro el anillo de matrimonio que tenía en recuerdo de su madre,
la condesa de Valladolid, y se lo llevó a la habitación, pero esta vez el joven
aldeano que vio algo extraño en el comportamiento de toda clase de pieles y le
dijo:
- Muchas gracias por el caldo, seguro que
esta riquísimo como todas las noches, pero esta vez prefiero que esperes a que
me lo tome y así cuando acabe te llevaras el plato a la cocina y mañana no tendrás
que preocuparte en volver.
Ella se puso muy nerviosa y noto como el
joven aldeano se tomaba el caldo muy despacio hasta que sonó algo en el fondo,
lo sacó, se acercó mucho a ella y le dijo:
-¿tu, no sabrás de donde ha salido esto
no? No lo conocerás de nada, ¿no?
A lo que ella con un tímido movimiento de
cabeza dijo que no.
En ese momento el aldeano dijo que él si sabía
lo que era, la cogió la mano y le dijo:
- Este anillo, que tú has dejado caer, es
el compañero de este, (sacando un anillo de su bolsillo) no sé quién eres, no
conozco tu pasado, pero no me importa porque tú eres la mujer de la que me he
enamorado y con la que me gustaría pasar el resto de mi vida. ¿Quieres casarte
conmigo?
A ella se la inundan los ojos de lagrimas,
y le responde que si, se quita la caperuza y se funden en un tierno beso.
Después de esto toda clase de pieles le contó toda la
historia al joven aldeano y le dijo que no quería volver a su provincia, que
renunciaba a todas las comodidades que podría haber tenido como condesa y que
ella también quería pasar el resto de su vida con él.
Con el paso de los años se casaron,
tuvieron varios hijos, vivieron en la aldea y olvidando su pasado fueron
felices para siempre.
FIN